Paulina, tejedora altoandina de la comunidad de Acchahuata, estaca cuatro palos en la tierra para iniciar su viaje hacia el armado del manto, con la técnica que le enseñó su abuela y su mamá… Luego de escoger sus lanas, (teñidas con tinturas naturales) va combinando y desarrollando el diseño que va sintiendo a través de un sistema de dos hilos que se entrelazan… “y en su entramado se va plasmando, con infinita paciencia, esos miles de años de abstracción que forman parte de su genética y conciencia”.
"Tejer en los Andes no es solo tejer; es sostener un diálogo con el origen. Es un sistema de comunicación muy eficiente entre el inicio de la vida y este instante presente. Tejer es atrapar la información del cosmos, reconociéndose uno en lo divino y manifestarla con aparente simpleza en un complejo manto andino”
“En la vida se hila, se deshila y se vuelve a hilar”
Hilar manualmente las fibras de oveja es todo un arte. La lana sube y baja, sube y baja, va girando a velocidad mientras se va enrollando en la rueca. Hacerlo requiere de mucha destreza y experiencia.
Es hermoso observar como las tejedoras van hilando sin mirar sus manos, mientras; conversan, cuidan a sus rebaños, caminan o van realizando otro oficio.
Ellas siempre están preparadas, llevan en su «lliclla» (manta que portan en sus espaldas) la lana, el huso y la rueca, los dos últimos son instrumentos portátiles que les permiten hilar sus fibras en cualquier momento del día.